Tomás de Mercado
Tomás
de Mercado es el más acabado representante de la llamada “escuela
de Salamanca”, formada por pensadores escolásticos que
penetraron en el campo social, económico y político con su pensamiento
filosófico, adelantándose a la escuela anglosajona.
Junto a Tomás de Mercado se encontraron Francisco de Vitoria, el creador
del derecho internacional, Domingo de Soto, Martín de Azpilcueta, Melchor
Cano, Domingo Bañez o Francisco Suárez.
Casi un siglo antes que Descartes, fue Francisco de Vitoria quien creó
el primer principio autónomo de pensamiento humano según el
“ius communicationis”, el derecho
de todos los hombres a la sociedad y a la comunicación natural, más
social que el cartesiano.
El proyecto protestante anglosajón, al revés del español,
instaura la asimetría (desigualdad) natural entre los hombres pero
su igualdad ante el mercado y la propiedad. Es la civilización actual,
personificada en el norteamericanismo.
Mientras, Suárez racionaliza la ley divina, desvinculándola
de Dios y asociándola a la naturaleza racional del hombre, abriendo
la posibilidad de una moral autónoma y debilitando el concepto absoluto
de la divinidad frente a la libertad humana, tesis contraria a la predestinación
protestante, doctrina elitista que justifica el dominio de los poderosos.
En
este conjunto de iusnaturalistas, Tomás de Mercado ocupa el lugar del
economista, preocupado por temas como el “precio justo”, el origen
de los cambios, el esclavismo, la usura o los préstamos, no extraños
en el ámbito católico, pero que él analiza desde el momento
histórico en el que vive, esa globalización de la economía
que supuso la construcción del imperio español, tan bien reflejada
por la obra de historiadores como Henry Kamen.
Como hoy, se plantearon respuestas a la influencia de la cantidad global de
dinero existente en el mercado sobre los precios de las mercancías.
La escuela de Salamanca recibió tal nombre en 1943 por parte de José
Larraz, seguido de Schumpeter y Grace Hutchison. Se crea de un núcleo
de estudiosos radicado en Salamanca que responden a la célebre consulta
de unos comerciantes españoles radicados en Amberes formulada a Francisco
de Vitoria en 1517, que explicaba en la parisina Universidad de la Sorbona
la factibilidad de seguir manteniendo las doctrinas de San Antonio sobre economía.
Ya en ella estaban presentes las dos corrientes contrapuestas que formarían
la currency school y la banking
school en los orígenes de la ciencia económica. Su heredera
directa, la Escuela de Chuquisaca, establecería por vez primera la
teoría cuantitativa del dinero.
La escuela de Salamanca es la prueba de una ciencia económica originalmente
española y adaptada al nacimiento del moderno capitalismo desde la
cultura católica. Tesis contraria a la weberiana sobre la influencia
unívoca del protestantismo en el desarrollo capitalista.
Mercado escribió obras filosóficas, pero la más famosa
es la “Suma de Tratos y Contratos de Mercaderes”,
escrito en español y no en latín con intencionalidad didáctica.
Mercado atribuye correctamente el alza constante de
precios del siglo XVI en toda Europa a la entrada de los metales preciosos
americanos, pero su originalidad e importancia consisten en sus análisis
empíricos de entradas y salidas de barcos, el relato de las maneras
que adopta el comercio en las grandes ferias españolas, así
como tesis sobre la teoría del valor, el comercio interno y externo,
el monopolio (al que se oponía), las conexiones del cambio exterior
(superando, junto a Azpilcueta, a Bodin), las fluctuaciones monetarias y otros
temas actuales.
El centro de todas estas referencias es la teoría
cuantitativa del dinero y una formulación de la teoría del tipo
de cambio basada en la paridad del poder adquisitivo.
Su base es la razón natural y el ejercicio de
la virtud en los intercambios, la justicia e igualdad en el contrato.
Su influencia fue inmensa. No sólo en otros escolásticos españoles
como Molina, Lugo, Salas o Rebelo y otros, sino que traspasa los siglos XVI-XVII
y alcanza a Adam Smith.
Pero
el ocaso de la nueva escolástica y el advenimiento de la economía
clásica inglesa hicieron que su obra se perdiese injustamente. Se inauguraba
otra era, la del rapaz y amoral imperialismo británico que va a cubrir
Asia, América, Oceanía y África hasta el siglo XX.
Pero el pensamiento escolástico español llega a través
de Lessio a Hugo Grocio, que lo difunde hasta llegar a Pufendorf, Turgot y
la Escuela Escocesa de Hutchenson, Adam Smith y Ferguson, los fundadores de
la ciencia económica.
Entre el gran número de autores de diversas procedencias e ideologías
que han estudiado el pensamiento escolástico español cabe destacar
a Raymond de Roover, Wilhelm Weber, John Noonan, Pierre Vilar, Restituto Sierra
Bravo, Barry Gordon, Francisco Gómez Camacho y Oreste Popescu, a Scott
Brown Scott, Ernest Nys y Martin Grabmann.
Tomás de Mercado representa la aceptación
temprana por parte de la escolástica del naciente capitalismo, a través
del concepto tomista de la “razón económica prudente”,
al mismo tiempo que en la zona norte del occidente europeo ocurría
lo propio a través del protestantismo, como expuso Weber en su famosa
obra.
Si la obra de Mercado es de interés para teólogos y filósofos
hasta el siglo XIX (aparte de las excepciones de Colmeiro y Endemann), en
el XX pasa a serlo para economistas.
Su biografía no ha sido reconstruida hasta hace poco, unos 30 años,
existiendo todavía numerosas lagunas.
Se le creyó natural de Sevilla, donde nacería en 1500-1523-1530
y desde donde marchó muy joven a Nueva España, a Méjico.
Allí tomó el hábito de la Orden de Santo Domingo. Estudió
en el convento y fue Lector en Artes de 1558 a 1563, discípulo de Pedro
de Pravia, llegando a ser Prior del Convento de la capital.
Regresó a España para completar sus estudios en Salamanca. Residió
algún tiempo en Sevilla, en la Universidad de Santo Tomás, y
murió el año 1575 en el mar, cerca del puerto de San Juan de
Ulúa, otros dicen que en Veracruz, de retorno a Méjico. Su manual
de moralidad mercantil, dedicado al Consulado de Mercaderes de Sevilla, fue
publicado en 1569 en Salamanca.
De sus orígenes familiares y del resto de fechas y hechos en concreto,
nada hay seguro aún.
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