Manuel Iradier
Nace
Manuel Iradier Bulfi en Vitoria el 6 de julio de 1854. Su interés por
las ciencias naturales y la geografía se manifestó tempranamente.
Con 14 años ya era un experto en temas africanos, obsesionado con realizar
exploraciones en el continente negro.
A finales de 1868 funda la Asociación Joven Exploradora, cuyos fines
eran las exploraciones africanas. Mientras realizan excursiones campestres.
Iradier deseaba cruzar el continente africano de sur a norte, pero la conferencia
que el explorador británico Henry Morton Stanley da en Vitoria en 1873
le convence de centrarse en los territorios españoles del golfo de
Guinea, dada su carencia de medios y apoyos.
Dos años después, a finales de 1874, Iradier se autofinancia
el viaje, en compañía de su mujer Isabel y su cuñada
Juliana Urquiola. Permanecieron 3 meses en Gran Canaria, y en mayo de 1875
llegan al islote de Elobey Chico (900x200 metros), sin agua y de clima insano,
cerca del río Camarones.
Exploraría de modo sistemático y persistente las islas del Golfo
de Guinea y de Cabo San Juan, a través de los ríos Ayé,
Muni, Utongo y Bañe. 1.500 km. En 834 días.
El coste personal de su pasión fue alto: su mujer dio a luz una niña
en Elobey, enferma de fiebres y teniendo también que cuidar a su marido,
enfermo de malaria y disentería. La niña falleció meses
después, en 1876, en Santa Isabel, hecho que el explorador no superó
nunca. Su mujer tampoco, deteriorándose la relación entre ambos.
Tras estos sucesos volvieron a España, tardando 8 años en regresar,
esta vez acompañado del médico asturiano Amado Eugenio Osorio
y Zabala, ambos de la Sociedad de Africanistas, creada un año antes,
fruto del tardío africanismo moderno español. De esta asociación
sólo logró Iradier una cantidad de financiación 40 veces
inferior a la solicitada, con lo que tuvieron que limitarse a reforzar la
presencia española en Guinea.
Llegaron a Fernando Poo el 28 de septiembre de 1884, zarpando hacia el estuario
del río Muni y adentrándose el Noya, Utamboni, Utongo, Bañe
y Congoa. Con ellos viajaban las actas de anexión, planos y notas científicas,
logrando la sumisión de 101 jefes indígenas e integrar en la
soberanía española el territorio de 14.000 km2.
Pero en noviembre las fiebres obligan a Iradier a regresar a España,
quedándose Osorio hasta 1886, fecha en la que ya habían explorado
50.000 km2, con la ayuda del gobernador de Fernando Poo, Montes de Oca. Como
ejemplo de la entrega y sacrificio de los exploradores españoles, cabe
citar que el coste de cada km2 fue de 50 céntimos frente a las 10 pesetas
de los alemanes y las 5 de los británicos.
En España Iradier se instala en Tardienta (Huesca), con su familia,
y participa en los homenajes y exposiciones que le dedican. Fruto de su experiencia
escribe el libro-diario “África. Viajes
y trabajos”.
Su inquietud le impide parar, y se dedica a la invención de diversos
artilugios. Un contador automático de agua, un fototaquímetro,
una tipográfica…
Fallecería el 19 de julio de 1911 de una enfermedad faríngea
en Valsaín (Segovia), donde se encontraba trabajando para una empresa
maderera.
El rey Alfonso XIII donaría posteriormente a la familia una finca de
1.000 hectáreas en Guinea que el hijo del explorador explotaría
junto con su mujer de 1942 a 1948.
Iradier es sin duda el mejor exponente del modelo de
explorador español de todos los tiempos, y también del carácter
de esa exploración, centrada en el siglo XIX-XX en África. Y
es, por supuesto, espejo de su desinterés y sacrificio.
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