Francisco Antonio de Elorza y Aguirre
Nace
en Oñate, de noble familia, en 1798. Por patriotismo se forma como
cadete de Artillería a los 13 años de edad, el 30 de junio de
1811, en el Colegio de Artillería de Mallorca, escogiendo el arma en
base a la pertenencia a esta de los héroes del 2 de Mayo de 1808, Daoiz
y Velarde.
Tras tres años de estudio lo destinan a La Coruña, ascendiendo
en 1819 a teniente, y en 1820 a segundo ayudante. Participará en el
alzamiento de cabezas de San Juan. Ya en el Trienio Constitucional, pedirá
destino en Navarra para luchar contra las partidas absolutistas, a donde irá
en agosto de 1822.
Al año siguiente es nombrado jefe de Estado Mayor de la Tercera División,
y en septiembre, Teniente Coronel de Estado Mayor. En noviembre se exilia
al finalizar el Trienio.
Tras pasar cinco meses en Francia, en abril de 1824 se instala en Lieja, donde
estudia Ciencias Naturales, Metalurgia y Minería, hasta junio de 1825,
en que se traslada a Londres durante un año, estudiando en la Escuela
de Ciencias, trabajando de grabador para sufragarse los estudios.
De junio de 1826 a marzo de 1829 practica en fundiciones y centros industriales
de Gran Bretaña, Bélgica, Francia, Alemania e Italia, en un
viaje quizás costeado por el industrial español Heredia, para
quien trabajará.
Responderá al llamamiento del gobierno español de 1828, a través
del catedrático González Azada desde París, para reconstruir
la siderurgia nacional, siendo contratado por Heredia.
Su patriotismo está exento de conspiraciones de salón, prefiriendo
ponerse al servicio de la nación por encima del gobierno de turno y
centrándose en los aspectos reales y prácticos.
Le será dado el empleo de capitán de Artillería en situación
de supernumerario.
El industrial Heredia seguirá su consejo de no utilizar la forja catalana
y sustituirla por la Valona o los hornos ingleses (pudler) en su centro de
Málaga, mejorando tanto la calidad del producto como el rendimiento
del proceso. Problemas de combustible aconsejan el traslado al norte, pero
ya entonces el hierro colado de Heredia es calificado como mejor que los del
extranjero.
Elorza se ocupará también de traer exiliados competentes y operarios
extranjeros, estando también vinculado a los intereses estatales para
fabricar cañones y fusiles en la fábrica de Sevilla.
Desarrolló técnicas innovadoras y se le premió con la
distinción de número de la Real Academia de Ciencias Naturales.
Posteriormente
fue enviado por el Estado a Trubia, a petición de Francisco de Luxán,
y redactó en un mes su informe, “Lo
que es la fábrica de Trubia y lo que de ella se puede y debe esperar
con la protección del Gobierno de Su Majestad”, publicado
en el Manual de Artillería número 6 de 1844, entregándolo
al Director General de Artillería, Francisco Javier de Azpiroz.
Sus propuestas eran las siguientes: renovar por completo las antiguas instalaciones,
la fábrica debía funcionar con carbón (para lo que se
aconsejaba la compra de minas de este combustible, ya que se habían
agotado las reservas forestales de los alrededores), dadas las dotaciones
de mano de obra y materias primas debía establecerse una fábrica
de hierro integral para producir piezas acabadas más baratas que las
producidas en los maestrazgos y parques de artillería, y finalmente
tendría que haber medios de transporte adecuados para que los resultados
del establecimiento fueran favorables a la economía del país
y para el desarrollo de la industria del hierro en Asturias.
Quizás el único fallo de este plan era no prever la instalación
de una línea de ferrocarril, pero hay que tener en cuenta que en la
Europa industrial que él conocía, de 1830, aún no se
utilizaba el ferrocarril para el transporte industrial, a diferencia de 15
años después.
En agosto de 1848 se encendió el primer horno, y cuatro años
después Trubia podía ser considerada como la instalación
siderúrgica dotada con los mejores medios de producción en España.
Viajó por Europa reclutando personal capacitado y creó en Trubia
una academia de formación gratuita para los oficiales y aprendices,
para evitar tener que acudir al extranjero y poder expatriar a los trabajadores
no españoles.
Tuvo éxito y fue nombrado director de la fábrica el 18 de agosto
de 1844. Después de 25 años de servicios, se trasladará
a Valladolid en 1863, siendo nombrado Comandante General Subinspector del
Distrito de Castilla la Vieja.
En el momento de su cese gestionaba la instalación en Trubia del convertidor
Bessemer para la producción de acero, lo que habría situado
esa instalación entre las primeras de Europa, que también propuso
instalar en El Pedroso (Málaga), no pudiendo hacerlo por falta de fondos.
La
subsidiariedad que se impuso en Trubia y los problemas del transporte (que
incitaron a Pedro Duro a instalar su fábrica en La Felguera), hicieron
que, tras el retiro de Elorza y la falta del dinamismo que este había
impreso a su gestión, el último horno se apagara en 1864.
También colaboró en proyectos privados, especialmente con Azpiroz
(Gil y Cía.) y con el Marqués de Campo Sagrado (Fundación
La Amistad) y Carlos de Bertrand, creando empresas, en Oviedo especialmente.
Será él el que logrará comprometer a Pedro Duro en la
instalación de La Felguera asturiana, en 1859, la financiación
de grandes propietarios asturianos, el apoyo del Marqués de Campo Sagrado
y del ministro Pidal y Mon.
Asimismo será un pionero en la repoblación forestal asociada
a la industria.
Falleció en 1873, estando vinculado a la siderurgia del sur español
hasta entonces. Es de destacar su servicio a la nación y su capacidad
para situar a las empresas que dirigió en excelentes condiciones técnicas,
al tiempo que pareció siempre atento a las sucesivas innovaciones.
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